Visitas Inoportunas

Mi querido lavarropas me abandonó, dejándome como señal de su despecho mucho olor a quemado. Como andaba con poco tiempo y sobre todo pocas ganas de ponerme a lavar a mano decidí llevar todo a un lavadero, pero Vane tuvo la fabulosa idea de que en lugar de eso llevase todo a su casa. Así que esta mañana después de terminar con algunos asuntos laborales partí feliz con mi autito inundado de ropa sucia. Llegué a su casa mediando ya la mañana y mientras el lavarropas se encargaba de mi ropa me puse a ayudarle a Vane con sus tareas como para hacerme la buena novia. Tomamos unos mates y como no teníamos facturas ni bizcochitos los acompañamos con unos besos. La cuestión es que en algún momento los besos fueron más que los mates, y se ve que mi novia decidió que la ropa que yo traía puesta merecía ser lavada también porque comenzó a quitármela casi sin mediar palabras. Como buena novia que soy respeté su decisión de buena ama de casa y la dejé hacer sin chistar, hasta que el sonido de unos golpes en la puerta nos distrajeron de nuestras tareas hogareñas: mi señora suegra había decidido pasar imprevistamente por la casa de su hija para almorzar con ella.
Allí mismo demostré que no tengo nada que envidiarle ni a superman ni a la mujer maravilla por la velocidad con la que todas las prendas volvieron a su lugar inmediatamente.
Se ve que la demora en abrir y mi rostro colorado teñido por la vergüenza le dieron a mi señora suegra algunas pistas del tipo de relación que tengo con su hija, que sabe que Vane está saliendo con alguien pero que no sabía que ese alguien soy yo (de hecho la había visto solo una vez en mi vida cuando entre Vane y yo no pasaba nada). Después de hacerme un comentario con doble sentido acerca de mi peinado despeinado vino otro acerca de que su primer comentario me había hecho enrojecer más que antes, lo cual me podría haber hecho enrojecer más aún si no fuera porque ya había alcanzado mi límite anual de coloración carmín.
La señora suegra sabe que Vane es lesbiana desde hace unos 15 años (tal vez más) así que lo tiene re asumido y aceptado, y hoy día me lo demostró con las humoradas que intercambió con mi novia. Y lo peor es que se ve que disfrutan viendo el sufrimiento ajeno porque hasta que me vine a casa me mantuvieron alternando entre una alta gama de tonalidades coloradas…
Por cierto: muy piola mi señora suegra, realmente me sorprendió la relación entre ellas y la normalidad con la que toma la homosexualidad de su hija.