Avioncitos de papel
Escribo un “te amo” en un papel y con él hago un avioncito que lleva su nombre en las alas. Quiero enviárselo, pero cuando lo tiro por la ventana cae en picada porque no conoce el camino hasta su casa, entonces hago otro avioncito en el cual escribo lo mismo y antes de tirarlo le indico al piloto su dirección, pero mi nave se pierde en la oscuridad dibujando durante su caída un tirabuzón que parece infinito… parece que los pilotos de papel no conocen el camino que me lleva hasta ella. Y entonces hago un tercer avioncito y al arrojarlo le doy un envión con mi voz que susurra su nombre, pero también cae. Y fabrico un cuarto avioncito, uno más grande, uno mucho mejor. Y le dibujo al piloto un mapa para que sepa llegar hasta su casa, y le dibujo una brújula para que sepa orientarse, y por las dudas que se pierda en las calles, entre los edificios, le pongo las coordenadas de aterrizaje en longitud y latitud, pero cuando termino de hacerlo no me queda espacio para el “te amo” que quiero mandarle, así que lo dejo a un costado y fabrico otro: un avioncito que dice solo “te amo”, aunque a este, ya conociendo la ineficacia de las fuerzas aéreas de papel, se lo envío en un portaaviones… seguramente el cartero conoce la forma de llegar a su casa mejor que mi piloto de papel.